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Coches Malditos, mito o realidad ?

terra, 2013

 

¿Es pura superstición o se trata de hechos reales? Hay coches que históricamente han sido tachados de portar una maldición. Los más famosos son el Porsche 550 RS Spyder de James Dean o el Graef und Stift en el que asesinaron a los archiduques de Austria.

Las historias de miedo que los niños cuentan por la noche a la luz de una linterna también pueden tener a automóviles como protagonistas. Podría ser la trama de una película, y de hecho lo es: un vehículo que porta una maldición y trae la desgracia a todo el que se cruza en su camino.

Hay ciertas ‘leyendas’ que, debatiéndose entre el mito y la realidad, narran la historia de coches que existieron realmente y que dejaron tras de sí muertes extrañas e inexplicables. Quizá el caso más famoso es el del Porsche de James Dean, el ‘pequeño bastardo’ en el que murió el famoso actor a los veinticuatro años. Pero no es el único. En nuestra búsqueda tras los automóviles malditos hemos encontrado casos increíbles. Darles credibilidad es cosa de cada uno, pero no cabe duda de que son verdaderos ‘expedientes x’. ¿Se trata de simple superstición? ¿Hasta qué punto estos hechos son auténticos? Bienvenido a nuestro viaje por lo desconocido.

Como la gran mayoría de las estrellas que mueren prematuramente, James Dean pasó a ser leyenda. El lema del actor era irónicamente ‘vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver’. Una idea que bien podría definir su corta existencia.

Al joven actor le gustaba pisar el acelerador, a pesar de protagonizar campañas de tráfico contra el exceso de velocidad. Un hobby que le llevó a la tumba. ¿O quizá el culpable fue su coche? Durante el rodaje de Gigante, película que se estrenó dos meses después de su muerte, James Dean se compró un Porsche 550 RS Spyder. Todo un señor deportivo de los años 50, que equipaba un motor de 110 CV de potencia capaz de llegar a los 220 km/h. El actor lo bautizó ‘Little Bastard’ (pequeño bastardo), quizá haciendo referencia a lo difícil que era manejar su endiablada propulsión trasera.

Su bastidor era 2Z77767, unos números que parecían portar una maldición. El 30 de septiembre de 1955, James Dean se dirigía a una carrera que se iba a celebrar en Paso de Robles (Salinas, California). Al llegar al cruce de la ruta 446 con la 41, chocó contra un Ford Tudor que iba excediendo el límite de velocidad. Algunas fuentes aseguran que la estrella conducía a una velocidad moderada y qué sólo el otro conductor tuvo la culpa, pero otras exponen que ambos circulaban demasiado rápido. Sea como fuere, Dean murió en el acto. Su acompañante, el mecánico y amigo del actor Rolf Weutherich, corrió mejor suerte: ‘sólo’ se fracturó la clavícula y una pierna.

George Barris, famoso ‘tunero’ de Chicago que ha elaborado numerosos coches famosos del mundo del espectáculo (el Batmóvil de los años 60, el mismísimo Coche Fantástico o el Ecto-1 de los Cazafantasmas), decidió quedarse con el destrozado Little Bastard y aprovechar algunas de las partes que podían ser útiles tras el accidente. No en vano se trataba del coche de una estrella de Hollywood.

El Porsche 550 fue trasladado a su taller. Al bajarlo del camión, las cuerdas que lo sostenían se rompieron y el deportivo cayó sobre uno de los mecánicos, partiéndole las dos piernas. Esta fue la primera de una larga lista de desgracias que envolvieron a los coches y conductores que equiparon algunos de sus componentes.

Dos de las ruedas de Little Bastard pasaron a formar parte de un automóvil de competición. En medio de la carrera, ambos neumáticos estallaron y el coche se estrelló contra uno de los rivales. El corredor no murió, pero estuvo varios días en coma. Por otro lado, Barris vendió el eje de transmisión y el motor a dos pilotos, uno de ellos un médico aficionado a las carreras. Durante la competición, ambos coches sufrieron una brutal colisión que acabó con la vida de sus ocupantes.

Temeroso de ser alcanzado por la maldición, Barris decidió deshacerse de la carrocería y el chasis. El Porsche de James Dean fue a parar a un museo de Sacramento (California, EEUU) para ilustrar los peligros de la velocidad en carretera. Aunque parezca increíble, Little Bastard cayó del pedestal donde estaba expuesto y le rompió la cadera a un joven visitante.

Finalmente, sus dueños decidieron llevarlo al desguace y destruirlo. Mientras era transportado a Nueva Orleans, el camión que lo llevaba fue alcanzado por un automóvil. El conductor del coche salió despedido para ‘enterrarse’ bajo las ruedas de Little Bastard y fallecer Hasta el día de su ‘muerte’, este Porsche ‘del Averno’ se llevó la vida de cuatro personas y causó heridas de gravedad a otras cuatro. ¿Casualidad?, he aquí el misterio...

 

Segunda Parte

 

Jean Bugatti – Bugatti Type 57C Tank - Los autos están hechos para correr, no para frenar

Ettore Bugatti, Le Patron, encontró en su tercer hijo al perfecto sucesor de su talento y pasión por los automóviles. Con tan sólo 23 años Jean Bugatti diseñó el legendario Roadster Royale, uno de los autos más elegantes de todos los tiempos. El trabajo de Jean no se limitaba al chasis, sino que era también capaz de crear poderosos motores. Entre sus obras se encuentran el Type 50, 55 y 57.
Una de las actividades preferidas de Jean Bugatti era probar sus espectaculares autos. El 11 de agosto de 1939, manejaba un Type 57C Tank, cuando muy cerca del atelier de la compañía en Molsheim se le atravesó en el camino un cartero en bicicleta borracho. Jean intentó a esquivarlo a más de 200 km/h, perdió el control del auto y se estrelló contra un árbol. Jean Bugatti murió al instante, tenía 30 años.
Dicen algunos que su padre había tenido una premonición el día anterior, pues había soñado que durante la prueba de manejo habría un problema que desembocaría en tragedia. En sus sueños, el responsable era el auto que llevaba el número romano nueve en un costado, justo el que debía manejar su hijo. Al día siguiente, Ettore cambió el auto de Jean por el número once. Como un reflejo onírico, el IX de los sueños de Le Patron correspondía en realidad al XI.

 

 

 

 

Isadora Duncan – Amilcar GS - "Je vais à l'amour"

La muerte de la bailarina Isadora Duncan tiene un tinte de glamour y novela parecido al de su vida. Duncan viajaba en un automóvil descapotado cuando la larga bufanda de seda que vestía su cuello voló y se enredó en los rayos de la rueda trasera del auto. La bufanda no cedió y estranguló a Isadora, quien murió en el acto.
Aunque la marca del automóvil es materia de debate, al parecer Isadora Duncan iba en el asiento del copiloto de un Amilcar GS de 1924, propiedad de un joven italiano a quien Duncan llamaba “Bugatti”. Más tarde, la leyenda transformó la historia y se dijo que Isadora iba efectivamente a bordo de un Bugatti Type 35. Dicen también que antes de subir al auto se dirigió a sus amigos exclamando “adiós amigos, me voy a la gloria”, cuando en realidad parece que las palabras de Isadora fueron “me voy al amor”; quizás su amiga consideró que no eran apropiadas para ser las últimas pronunciadas por la bailarina, que iba a un encuentro romántico con su amante.

 

 

 

 

 

 

JF Kennedy – Lincoln Continental - Leyenda urbana

En 1963 el asesinato del entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, estremeció al mundo; así como la imagen de su esposa Jackie vistiendo un traje rosa manchado de sangre que no se quitó para mostrar el horror de lo ocurrido. Después de los disparos que sufrió Kennedy mientras iba a bordo de un Lincoln Continental “Bubble Top” de 1961, surgió toda una leyenda que trata sobre supuestas coincidencias que enlazan la vida de JFK con la de otro presidente del país, Abraham Lincoln.
Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy fueron designados congresistas en 1847 y 1947 respectivamente. Lincoln fue elegido presidente en 1860; en 1960, fue elegido presidente Kennedy. El secretario de Lincoln llevaba apellido Kennedy, y el de Kennedy se apellidaba Lincoln; supuestamente ambos recomendaron a los presidentes no acudir a los lugares donde morirían. Fueron asesinados en viernes, por balazos en sus cabezas, disparados delante de sus mujeres. El asesino de Lincoln, Booth, le disparó en el teatro Ford y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy -que viajaba en un auto Lincoln de la casa Ford- desde un almacén y se ocultó en un teatro. Los asesinos nacieron en 1839 y 1939, fueron asesinados horas después de los asesinatos -sin haber confesado su culpabilidad-; y se denunció en ambos casos la existencia de conspiraciones que implicaban a personajes norteamericanos muy influyentes. Los sucesores de los presidentes llevaron por apellido Johnson, eran senadores, demócratas del sur y nacieron, el primero, en 1808 y, el segundo, en 1908.

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